Encontrar prendas con las cuales podemos identificarnos no solo es favorable teniendo en mente las posibilidades comunicativas que nos proporciona el vestuario o las variaciones que tendrán nuestros looks, sino que cohesiona al consumidor con la historia y el nombre bajo el cual fueron diseñadas. Es así, como terminamos apreciando la intención detrás y conectamos con ella a niveles más profundos, la acción de comprar se transforma en un acto de apoyo artesanal, ambiental y creativo, pero sobre todo, reconoce por ambas partes que actualmente las marcas de moda en Colombia responden a múltiples objetivos.
Y proponiendo precisamente esto, detectamos a 4 autores en búsqueda de relucir aquellos ideales que los mueven dentro de la industria, siendo propios de todos los elogios.
Bajo la premisa de experimentar texturas, tamaños y contrastes, mientras relata con las mismas, situaciones de su interés, Elkin Valencia inicia oficialmente su firma homónima ELKINVALENCIA en 2020, empleando movimiento y arte desde su experiencia como bailarín. Sin determinar un género y sin miedo a las reacciones que puedan ocasionar sus resultados, para él, lo más relevante debe ser la originalidad del producto y los cambios que percibe en cada cliente. En otras palabras, la identidad que adopta su ropa para sobresalir en el día a día, dependiendo de quién o de qué manera lo luzca.
“Yo no pienso si es hombre o mujer, me cuesta cuando alguien tiene que definirse. Como seres humanos no somos los mismos de ayer, entonces hago esta ropa y quiero que la persona que la use la disfrute y ojalá pueda generar una conversación con ella”, comenta. Considerando las observaciones de sus compradores quienes aceptan dejarse sorprender por el look final, el cual no está sujeto a ninguna modificación con la intención de promover distinción y versatilidad en el instante de su postura.
Aplicando materiales no convencionales y con alrededor de 20 años de práctica en esta labor, Elkin ha llegado a hacer uso de cemento, varilla y madera para materializar esas ideas que aparecen en su mente. En ocasiones también adiciona retazos o quema algunos de sus atuendos, vinculando exclusividad en el proceso. “Hacer una prenda mía requiere demasiado tiempo, aquí tengo muchas cosas que no forman parte de un taller”, añade, reconociendo que cada solicitud siempre manejará precios justos desde el punto de vista de ser piezas de autor, repletas de técnicas, textiles y colores adversos.
Luego de desligarse de la moda infantil, halló el método que mejor se ajusta a su personalidad materializando obras y total teatralidad en su ADN con tópicos como el feminicidio, la diversidad, entre otros. Inspirando también a sus estudiantes de diseño de modas y buscando en ellos un pensamiento disruptivo e incluso fuera de la normativa de la moda global. Según Valencia “el error se vuelve detalle, yo parto mucho de él y lo equilibro con la calidad de la confección. Trato de que haya muchas variables estéticas pero que se conserve una armonía”.
Meditando aún el tener series siempre disponibles y listas para llevar, de acuerdo a su propósito, «esta marca es más social, y lo que yo quiero es ese acercamiento. Trato de que tenga el componente de copia, para mi es importante que sea copiado porque es replicar el mensaje”, finaliza.
Invitando a otro tipo de diálogos por causa de la innegable falta de opciones en el mercado masculino, atrayendo talentos nacionales identificados con la sobriedad del lino en estilos caribeños y elegantes, Raphaelo pudo forjarse rápidamente en 2021 motivado por la comunidad de su director creativo, gracias al diseño improvisado de una camisa con dos pequeñas aberturas triangulares en el frente. “Yo trabajo en redes sociales, sé de marketing digital, sé de branding, conceptualización, y tenía a mi novio fotógrafo de ese momento. Contaba con todas las herramientas para hacerlo”, expresa, y atraído por la cultura europea, llega al nombre de la marca en aras de recuperar la relación con su padre, pero también la de miles de hombres que desean rescatar esta práctica, todavía exhaustiva, de adquirir nuevos outfits.
Ricardo Redondo, proveniente de Pivijay, Magdalena, es la figura encargada hoy de moldear a su gusto particular artículos cómodos con botones cuadrados y escotes llamativos. Sin embargo, su encuentro con este ámbito no se manifestó hasta que, en 2018, comenzó a ejercer para diferentes sectores de la industria, dejando atrás su carrera como abogado para enfocarse en los aspectos detrás de las marcas. Fue así como partió de su formación para concretar los puntos fundamentales y llevar a cabo una empresa orientada al menswear.
Un par de años después, trabajando activamente en redes sociales, surgió la oportunidad. Sus seguidores se enamoraron de un diseño singular que se convertiría en la pieza insignia de la firma, la referencia Khalo, de la cual se vendió más de una docena en el día de su lanzamiento. “Jamás lo vi como un emprendimiento, empecé a visualizarlo como una empresa establecida y por eso la gente vio mi marca como si ya tuviera un proceso”, complementa. Agregando que el nombre, además de estar inspirado en su papá a modo de reconciliación, a su vez, personifica a un hombre que no necesita mucho para verse a la moda.
Interpretada inicialmente como ropa resort para climas frescos y tropicales, Ricardo asimismo, ve a Raphaelo como una buena alternativa en ciudades cuyo entorno tiende a intercalar jornadas soleadas con temperaturas más bajas. Adaptando creencias respecto al vestuario desde el instante que sus atuendos se comenzaron a realizar en la sastrería familiar donde ha sido fiel cliente por 3 años. “Todos en el taller son hombres y eso me ha gustado, en poco tiempo me logré mantener como un muy buen cliente de ellos porque empecé a exportar. En estos momentos estamos en una tienda multimarca en la ciudad de Cartagena, en Bogotá también e internacionalmente nos encontramos en Ibiza, España, y estoy cerrando negocios para estar en Miami”, resalta.
En medio de esta expansión, estilistas, relacionistas públicos y personalidades del medio mostraron interés. Pero el triunfo más grande hasta la fecha se presentó cuando el cantante Camilo Echeverry hizo su aparición en el video ‘Aeropuerto’ y posteriormente en la promoción de su documental con algunas piezas de la firma. Alcanzando colaboraciones con artistas como Gusi, Laura Tobón, Gabriela Tafur y la más reciente campaña de Mario Hernandez junto a Emmanuel Esparza.
Estableciendo metas afines a las de sus colegas, y tomando el factor social como la epítome de su esencia, Celestino se formula a través del deseo de Manolo Flórez y David Murcia por enaltecer la labor de las mujeres en la artesanía.
La firma de bolsos y accesorios, une el recorrido previo de estos creadores, desde la trayectoria de Manolo por Artesanías de Colombia, hasta la formación de David en el sector privado y del cuero. Aterrizando su propuesta a un modelo de negocio que, paralelamente y aparte de valorar la tradición, prioriza los procedimientos sostenibles, ubicando proveedores que operan la materia prima del modo más eco-amigable posible, y recibiendo gracias a ello, su primer Aval de Negocios Verdes.
“En Santander no hay ninguna empresa de moda que tenga esta certificación y para nosotros es fundamental que terceros avalen estos procesos. Ya tenemos una línea 100% eco-design, donde los tintes y las fibras que usamos son naturales, hemos reemplazado todos los herrajes por semillas y poseemos una innovación muy importante con frijoles de diferentes tipos y colores sembrados orgánicamente en Colombia”, mencionan.
Denominado Celestino en pro de relacionar personas y productos tal como lo haría un “cupido”, la marca sustenta su rol en el amor por preservar el oficio manual y el conocimiento ancestral mediante la implementación de condiciones laborales más justas, articulando todos los puntos como una gran constelación.
A partir de una edad temprana, tejedoras de fique en Curití, Santander, aprenden, ponen en práctica y se convierten en el eje central de la elaboración hecha a mano en su municipio. Pese a ello, la mayoría continúa viviendo realidades críticas, careciendo de un sueldo digno, de la autonomía de sus finanzas o de la utilidad de los recursos. Frente a esta problemática, ambos artífices desarrollan talleres de innovación social, “se trabajan mejoras de técnica para que ellas puedan fortalecer sus saberes, pero además, tenemos un tema de enfoque de género y de dignificación de la mujer. Cuando hablamos de propósito con ellas, nace mucha inspiración para poder crear”, manifiestan, utilizando tintes en degradé y distintos tipos de trenzado en crochet a fin de prevalecer los relatos personales de cada una. Reforzando su cultura, memorias y gustos, e igualmente, evidenciando las transformaciones que pueden obtenerse partiendo de la producción tradicional.
2022 fue el año que originó en sus fundadores el impulso por poner en marcha esas primeras piezas, llamadas Cóndor y Ceiba. Que marcarían la pauta hacia los lanzamientos del bolso Orquídea, su best seller inspirado en un jardín, o la referencia Chicamocha, que retrata al cañón como un recuerdo presente. Ensamblando por medio de miradas diversas, aquellos elementos que enriquecen al departamento.
Albergando un ADN claro, 3 casas de moda se han anclado en esos vacíos que, con urgencia, debe llenar la moda colombiana. Espacios que pretenden culminar la falta de oportunidades y traer a tema sectores cuya gestión se ve minimizada diariamente, convocando un anhelo que va más allá de vestir e incorpora al público en prácticas que generan verdaderos cambios para la industria y quieren, por medio de un factor más sentimental, transmitir propuestas a través de vivencias propias o cercanas.
Hilos, sonidos, texturas, lugares, personas y métodos conscientes animan los quehaceres de esta profesión. Partiendo de las afinidades y fascinaciones que yacen en el pensamiento de los fundadores, hasta centrarse en escenarios que se traducirán e interpretarán en atuendos. Esperando mover en quienes los perciban, fibras que los haga partícipes de dichas experiencias, argumenten su devoción por este ámbito y logren trascender más allá de la admiración.